Soledad Franciscana

domingo, 22 de enero de 2012

Nota de un Sabado Santo.

Tras media hora de tensa calma y cuatro gotas amenazadoras, el cielo se abrió y un rayo de sol iluminó la salida de los pasos de Nuestra Señora de la Soledad y la Virgen de la Amargura de la iglesia de San Pedro.

Pilar Muñoz
En el ambiente se respiraban ganas de procesión. Tras suspenderse las del Silencio (madrugada del Miércoles Santo), la Pasionaria de Santiago (Jueves Santo), la Pasionaria de San Pedro y el Entierro (Viernes Santo), miles de ciudadrealeños y visitantes se agolparon ayer en las inmediaciones de la iglesia de San Pedro para ver si por fin, a la quinta, se rompía el maleficio que nos ha perseguido casi toda la Semana Santa.
Después de media hora de tensa calma y cuatro gotas amenazadoras, el cielo se abrió a las ocho y media de la tarde y milagrosamente un rayo de sol iluminó la salida de la Virgen de la Amargura. De rodillas, con al complicidad del público que encontraba dentro y fuera de la iglesia, los costaleros sacaron el paso muy despacio, a escasa distancia del arco de la puerta.
Una vez fuera, el público rompió a aplaudir después de que la Banda de Cornetas y Tambores de Nuestra Señora del Prado interpretara el himno nacional. El paso de la Amargura iniciaba su peregrinar por la calle Ruiz Morote abarrotada de personas, mientras en la iglesia de San Pedro echaba a andar Nuestra Señora de la Soledad precedida por cerca de medio centenar de mujeres ataviadas con la típica mantilla española y la flor de la pasión prendida en el vestido. Poco antes de la nueve de la noche, el paso de palio de la Soledad atravesaba el umbral de San Pedro, a golpe de llamador y con su cuadrilla de costaleros de rodillas, también muy despacio para no rozar el arco de la iglesia. De nuevo sonaron los aplausos, que se repitieron tras la primera 'levantá' fuera del templo.
La procesión partió media hora después de lo previsto porque aguardaron a tener las últimas previsiones meteorológicas. La Junta de Gobierno de la Hermandad tras deliberar durante un tiempo, «analizar los pro y los contra», decidió salir, no sin antes estudiar «vías de escape», una de ellas «tirar por la calle de la Cruz, hacia Libertad hasta llegar a Lirio para dirigirse al guardapasos de la calle Quevedo», según explicó a este diario el hermano mayor José Enrique López Jurado.
El año pasado el mal tiempo obligó a la Hermandad a suspender la procesión y este año le han echado arrestos, eso sí, después de que les aseguraran que a partir de las ocho y media de la tarde no llovería. De este modo, la Soledad pudo estrenar el paso de palio de cajón, único en Ciudad Real. También estrenó el terciopelo del palio y las bambalinas.
Del mismo modo, se pudo ver formando parte del paso de Amargura, la nueva figura de María de Cleofás.
Los claveles blancos de La Soledad, contrastaban con los iris morados de la Amargura, que fueron recibidos en la puerta de San Pedro por miles de personas.


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