Soledad Franciscana

miércoles, 14 de septiembre de 2016

LA EXALTACIÓN DE LA CRUZ

La Santa Cruz es el Trono del Salvador. Exaltar la Santa Cruz no dejaría de ser un cinismo, sino fuera porque allí cuelga el Crucificado. La Cruz sin el Redentor, es puro cinismo; con el Hijo del Hombre es el nuevo árbol de la Sabiduría.

Jesús, el hijo de María, nuestra Señora de la Soledad, ofreciéndose libremente a la “pasión” de la Cruz ha abierto el sentido y el destino de nuestro vivir: subir con El a la Santa Cruz para abrir los brazos y el corazón al Don de Dios, en un intercambio admirable.
“Mirad el árbol de la Cruz donde estuvo clavado la Salvación del mundo: venid y adorémosle”. Agradezcamos el don de Dios y adoremos la Cruz. Busquemos la Santa Cruz en nuestra vida, para que con la certeza de que con El, en El y por El, nuestra donación será transformada en manos del Padre y del Espíritu para el perdón de los pecados.

Jesús a los pies de la Cruz nos da a María como Madre. Ella comprende nuestros sufrimientos. Ella nos acepta con nuestros sufrimientos. Que nuestra Señora  la Stma Virgen María, bajo la advocación de Soledad y Amargura, nos ayude a cargar con nuestra Cruz y nos haga ofrecerla al Señor. Que Ella nos lleve a adorar la Cruz Redentora de Cristo, pues adorar la Cruz es adorar al mismo Cristo, Dios y hombre, pues la Cruz representa al Señor Jesús que estuvo en contacto con ella en el acto de su inmolación, y es símbolo por antonomasia de la Pasión del Señor.


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